viernes, 12 de febrero de 2021

¡Aquí apreciamos su negocio!


Llegué al vasto oeste texano (así, con x) en el verano del 2013, contratada por la Universidad de Texas Permian Basin como profesora del programa de español. Yo soy del norte de México, del estado de Coahuila. Había pasado 5 años en Nashville, Tennessee, cursando el doctorado, y 2 años más como profesora visitante en el estado de Virginia. Texas no me era ajeno, lo conocí desde pequeña. Parte de mi familia paterna vive en San Antonio, así que los viajes de verano "al otro lado" eran una aventura deseada.  Después de esos 7 años en el sur estadounidense anhelaba volver a mi querido desierto, a mi gente y a mi lengua. Texas era lo más cercano a mi esencia. En la universidad retomé el gusto por la lingüística y la filología que había dejado de lado desde que me gradué de la licenciatura. El norte de México y Texas son, como muchas otras regiones donde se habla español, fuente de creatividad e inventiva lingüística. El norteño es hábil, diestro en el manejo del lenguaje, capaz de hacer chusca una situación trágica y viceversa. El texano, en su destreza bilingüe, no se queda atrás. El texano es un dialecto que, según la historia, no tiene mucho de particular, es el resultado de lenguas en contacto, tal como el romance castellano. El hablante que tiene que comunicarse para sobresalir en un contexto geográfico donde hay una lengua predominante que no es la suya se vale de recursos y estrategias lingüísticas para sobrevivir con éxito. Y lo hace sin mucho problema, la lengua siempre se ha adecuado a las necesidades del hablante. 

A los mexicanos nos da por decir que los texanos hablan raro, como si nosotros no hubiéramos adaptado ya ese castellano europeo traído por los conquistadores. Todos hablamos un dialecto de nuestra lengua. Cuando nos establecemos en un lugar, cuando migramos, adoptamos en gran medida el dialecto de ese sitio para la comunicación del día a día. Queremos pertenecer, conectar socialmente. Nos resistimos, pero la ola nos arrastra. Durante los primeros días de mi llegada a Midland, vinieron a instalarme el cable de televisión. Busqué inmediatamente los canales en español. Durante los minutos de mensajes publicitarios muchos establecimientos locales anuncian sus servicios. El primero fue de una mueblería. Al principio, el dueño del local, un no-hispanohablante, lee en español un mensaje de bienvenida. (Algo que solía hacer el anterior presidente de la universidad durante las ceremonias de graduación en español. La población estudiantil predominante en UTPB es la de origen hispano. El esfuerzo del presidente de la universidad como del dueño de la mueblería es vital, refleja empatía con aquellos que hacen posible que tu negocio prospere). Luego que el dueño de la mueblería da su mensaje, aparece una chica hispanohablante resaltando las ventajas de comprar ahí. Y dice: “En Bobby Mueblerías (estoy cambiando el nombre) me dejan ir alrededor y me dan mi tiempo para mirar. Venga a visitarnos. ¡En Bobby Mueblerías apreciamos su negocio!” Es indiscutible cómo el léxico y la sintaxis del español se han modificado para configurar un mensaje claro dirigido a un determinado tipo de hablante: el que vive en este lugar y habla español, pero también habla o comprende inglés. La señorita quería decir que ningún dependiente te sigue por la tienda, que puedes mirar sin compromiso y tomarte el tiempo que necesites. Agrega que “aprecian” (según una de las acepciones del verbo appreciate: agradecer o reconocer algo que alguien hace con buenas intenciones, acepción que no existe para el verbo “apreciar” en español según la Real Academia) que compres ahí o que hagas negocio con ellos. Una frase común en México, en este contexto, sería “agradecemos su preferencia”.  La productividad lingüística aquí parte de la combinación de elementos (y acepciones) provenientes de dos lenguas en situación de contacto. La productividad y recursividad para crear enunciados se duplican a fin de persuadir a un hablante que tiene la capacidad de descifrar el mensaje. Esta es una capacidad poco apreciada (!) en aquellos hablantes que estimulan la evolución de las lenguas. Si bien todos contribuimos a la evolución de nuestra lengua, estos hablantes también persisten en la lucha por mantener una lengua materna y usarla como medio efectivo de comunicación en la casa o en el trabajo. Debido tanto a la herencia hispana de los estados del sureste como a la constante migración, Texas es bilingüe y bicultural, y en vías de ser multicultural y multilingüe. Nuestra intención es reconocer las variedades lingüísticas de nuestra lengua en esta parte del globo, nos emociona el futuro de ella, aunque tal vez no alcancemos a verlo. Así que en este sitio ¡apreciamos su negocio!

1 comentario:

Retratos: la cercanía fraternal de nuestras lenguas

 Cuando alguna Karen o Ken nos dice: "Speak English, you are in America!" Hey, we are doing it. Simplemente hay artículos de prime...